martes, 23 de diciembre de 2014

SINFONÍA EN DOLÇ: “EL VINO”

Afinando con el foie y la trufa

Desde que nuestros amigos Pere Sangenis y Conxita Vaqué, nos dieron a probar su nuevo vino, ya unos meses antes de ponerlo en el mercado, la inspiración de sus notas me arrastraba al foie y la trufa negra.
No parecía algo muy audaz, especialmente para alguien como yo, enganchado a la micogastronomía; un vino encuadrado entre los dulces, con la untuosidad de esa joya que surge del modesto pato, y el “diamante negro” de nuestros bosques. Pero eso sólo es una impresión superficial.
En la cocina, como en la vida y en la naturaleza, hay elementos que han nacido para encontrarse, para compartir. ¡Este es el caso!
Podemos tomar un foie fresco con muchos vinos, pero Sinfonía en Dolç es “el vino”, para esta degustación. Lo que, a mi entender, lo hace superior a otras opciones es la viveza de los taninos del vino tinto, dando por supuestas las demás cualidades: el dulce justo, untuoso pero sin empalagar, con evocaciones de orejones, higos, pasas … para hacer contraste con el foie,  las notas de frutos rojos, casis, grosella,  que no apabullan al aroma profundo pero delicado de la trufa, la supervivencia de los aromas balsámicos, que colaboran a que las notas suenen en nuestro paladar como una melodía compleja, pero natural, como la sensación de pasearnos por la mimada bodega de Porrera con cada sorbo.
Tuvimos el placer de comprobarlo juntos, con la siguiente receta que espero sirva para que otras personas puedan disfrutar de un momento maravilloso, eso sí, lo mejor es ir a este concierto, al menos en dúo o en cuarteto, pues la amistad eleva el placer de la comida.

REBOZUELOS EN DICIEMBRE EN LOS ALCORNOCALES




Visitar el Parque de los Alcornocales es un placer singular, y el precioso pueblo de Jimena de la Frontera, donde se abrió la primera lonja micológica, es una base de operaciones perfecta. En pleno mes de diciembre, con unas temperaturas excelentes y después de abundantes lluvias, los bosques estaban en su plenitud. Los alcornoques (Quercus suber), desde luego son una maravilla y ver tantos montes cubiertos de esta especie justifica el viaje, pero los robles morunos (Quercus canariensis) no se quedan atrás, ejemplares soberbios, por si fuese poco, en esta época están maduros los madroños (Arbutus unedo) que contribuyen al color y sabor de las excursiones.